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Merwin Ponce

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Psychologist and Web Content Writer

My name is Merwin Ponce and I have been working with Talent Management for over a year, learning every day about processes associated with Personnel Selection, Personnel Training, Organization Development and Working Environment. Throughout this year, I have developed competencies as a speaker, dictating talks and lectures about working environment, assertiveness, interpersonal communications, solidarity and teamwork. Companies need to know the qualities and talents of their employees, and they can achieve this goal through the Human Resources personnel. Inside Work with Coffee you’ll find material on Personal Development and HR Management. The website’s main language is Spanish (SPA)

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Sabías que todos, en cierta medida, somos prejuiciosos


Conversación de pasillo:

Yo: Hey hola! ¿Cómo estás? Te veo un poco distraída.
Otra persona (mujer): Hola! Si, últimamente he tenido problemas en mi relación
Yo: wow lo siento! A todas estas ¿Cómo se llama tu novio? Creo que nunca he preguntado nada acerca de él
Otra persona (mujer): No, no es mi novio, es mi novia
Yo: ¡Ah!, perdóname.

        El anterior dialogo lo traigo a colación para entender la importancia del prejuicio implícito. El preguntarle el nombre de su pareja fue una herramienta desesperada de alguien que no tenía el mas mínimo intereses de abordar la situación; pero no soporto, y podría sonar como un cliché, ver a una mujer entristecida, sobre todo si es conocida. Luego de aquella metida de pata me disculpé con la persona, pensando que le había impartido más seriedad a aquella relación de lo que ya  merecía. Esto es solo una situación que puede ocurrirnos a cualquiera que tenga amigos o se rodea de personas gays, lesbianas, bisexuales, o aquellos que estén explorando su orientación sexual. Este tipo de error, ya sea que esté basado en un prejuicio personal o social normativo hacia esta población en particular, es bastante bochornoso.

        En un post anterior les comentaba que aun cuando el prejuicio esté basado en normas culturales como por ejemplo que este sea socialmente aceptado y/o común en la sociedad y que por lo tanto lo hayamos aprendido mediante el proceso de socialización, no nos exime en tal sentido de la responsabilidad personal, este muy bien podría ser un error intencional o no intencional. Pero porque hago alusión a que puede ser intencional o no, esto es debido a que nuestra mente funciona con categorías, procesamos diariamente tanta información que es necesario que el cerebro realice las categorías de estímulos pertinente para que el proceso de generalización nos ayude a identificar cuáles son conocidos y cuáles no, y de tal forma evitar la saturación de información. Imaginen por un segundo como sería un día entero si tuvieran que identificar cuáles son las partes de un lápiz, cuál es su textura, como saber que es un lápiz y que no es un borrador, para qué sirve el lápiz, etc. O aprender de nuevo el camino a casa, con la infinidad de estímulos que se encuentran presentes desde que salen de su casa hasta la universidad/trabajo; o que tuvieran que aprender de nuevo el rostro de las personas para poder identificarlos todos los días, sería totalmente agotador. Una vez que están formadas estas categorías, estás constituyen la basa del pre-juicio normal. No hay modo de evitar este proceso. La posibilidad de vivir de modo algo ordenado depende de él.

         El prejuicio proviene de procesos básicos a nivel cognitivo en todos los seres humanos. Nuestra mente trabaja arduamente para poder simplificar toda la información que es percibida desde los sentidos. En este proceso, y de forma reiterada, nuestra mente organiza la información que percibe del mundo exterior en categorías generales donde se puede guardar organizadamente y luego encontrar, de ser necesario. Es así como surgen los estereotipos;  el estereotipar es una forma automática de categorizar en base a la pertenencia a grupos sociales y culturales. De hecho desde muy pequeños comenzamos a categorizar a los demás en base a características tales como el color de la piel, la etnia o el acento. Por lo que se puede decir que es un proceso automático, y de ser así, muy difícil de evitar.

        Tras un proceso profundo de reflexión, caí en cuenta que el ser estudiante de psicología me ha sesgado, me he envestido con el futuro rol de un profesional de la salud, con buenas intenciones y por lo tanto exento de prejuicios, como si formar parte de este gremio o cualquier otro del sector de la salud me exonerara de los prejuicios sociales y culturales que el resto de las personas del vulgo poseen ¡Incapaz! Pensaba. Pero la motivación psicológica de preservación en conjunto con el aumento de mi autoconcepto me llevó a darme cuenta tardíamente de que al igual que el resto de la población, pase por ese proceso de sociabilización, y por lo tanto, debo tener prejuicios y estereotipos. Verán, los seres humanos tenemos la tendencia de presentarnos como competentes y son estas estrategias de ejemplificación de situaciones que lo demuestran, las que pretenden nuestra presentación como seres dignos  y moralmente respetables. Desde primer semestre me sujeté a la idea de que trabajaría con n cantidad de personas por lo que la idea de generar sesgos en contra de personas basado solamente en su pertenencia a un grupo social determinada era incomoda, y lo sigue siendo. Cosa que tras profundos procesos de internalización deje a un lado de mi torcida mente.


        La posibilidad de tener prejuicios en base al género, raza, etnia y estatus socioeconómico es completamente natural por lo que no se preocupen, a no ser que sean de estas personas que quieren presentarse ante nosotros como buenas, moralistas y de buenas intenciones; hacerlo es ignorar que existen diversidades sociales y culturales. Y como reflexión, la diferencia entre mi persona el día de hoy, tras este proceso, y mi persona en los primeros semestres de la carrera, es sorprendente. Tenemos que tener el control consiente que ejercemos no necesariamente sobre la aparición de los estereotipos como tal, sino sobre no dejar que estos afecten nuestro comportamiento. 
MERWIN PONCE
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Caracas, Venezuela

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