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Merwin Ponce

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Psychologist and Web Content Writer

My name is Merwin Ponce and I have been working with Talent Management for over a year, learning every day about processes associated with Personnel Selection, Personnel Training, Organization Development and Working Environment. Throughout this year, I have developed competencies as a speaker, dictating talks and lectures about working environment, assertiveness, interpersonal communications, solidarity and teamwork. Companies need to know the qualities and talents of their employees, and they can achieve this goal through the Human Resources personnel. Inside Work with Coffee you’ll find material on Personal Development and HR Management. The website’s main language is Spanish (SPA)

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¿Yo, tú..., nosotros, vosotros?... De las identidades sociales y la percepción de felicidad del venezolano.

Vista internacionalmente Venezuela es un país del tercer mundo, incluso con las grandes oportunidades que nos brindan la naturaleza y la geografía. Somos un país con mucho potencial, pero al parecer ese potencial viene acompañado de muy precarias realidades, pues seguimos figurando en listas negativas que nos hacen cada vez más lejos de ser considerados como uno de los países más felices aunque figuremos positivamente en los rankings de felicidad mundial. ¿Cómo se explica esto?

Según el Reporte Mundial de Felicidad elaborado por John Helliwell de la Universidad de British Columbia y Richard Layard de la London School of Economics, la “ciencia de la felicidad” permite entender lo que definen como calidad de vida. “Países con un capital institucional y social fuerte no sólo apoyan un bienestar mejor, sino que son más resistentes a crisis económicas y sociales”. Pero en el caso de Venezuela se ha evidenciado que no existe un capital institucional fuerte, entonces ¿qué hace que el venezolano resista tanto las crisis y se muestre como un ciudadano feliz?

- El ser humano no es un ente pasivo o estático, estamos dotados de una lógica superior, pensamos, producimos y nos comunicamos como ninguna otra especie en el planeta. Constantemente hacemos observaciones, comentamos, confeccionamos filosofías las cuales tienen una influencia decisiva sobre nuestras escogencias, nuestras decisiones y actitudes. Todo este accionar configuran formas de aprehender y entender las cosas que nos rodean y así poder resolver los rompecabezas comunes sobre nuestros origines. El ser humano es en sí mismo un productor de informaciones y significados. Crecemos y nos educamos en un contexto familiar y socio-cultural en el que tradiciones, valores y creencias son adquiridos y reproducidos de generación en generación.  Es así como la percepción de que somos El mejor país del mundo se ha objetivado en cada una de nuestras generaciones.

Desde muy jóvenes aprendemos a discriminar entre los diferentes grupos sociales, aprendemos que pertenecemos  a uno o más grupos específicos, así como el significado emocional y valorativo que esto tiene para ellos. Pertenecer a un grupo determinado, propiciaría en el individuo una identidad social que deriva de la evaluación positiva de sus atributos en comparación con otros grupos: los individuos tendrían la necesidad de auto-evaluarse positivamente respecto de otros. Los venezolanos hemos aprendido a diferenciarnos a partir de la sociedad externa, siempre buscamos hacia afuera, porque fuera de nuestras fronteras están las causas y, las soluciones las encontramos en los demás, no en nosotros mismos. La culpa nunca es asumida como algo individual, esperamos siempre que otro venga y nos saque del rollo en que nos hemos metido. Esto se configura en una baja autoestima y un obstáculo para nuestro desarrollo  individual y grupal. Sin embargo, a pesar de esta baja autoestima al diferenciarnos de esa sociedad externa lo hacemos desde valoraciones positivas: Somos el país de las mujeres más bellas, el país más feliz del mundo, somos el país con los paisajes más hermosos. 


Hemos sido educados para adaptarnos, pensamos en Venezuela como un país en el que no se le puede decir la verdad cruda a sus habitantes, sobre todo noticias que no son buenas, porque hemos sido criados para no procesar esta información. Hemos crecido como un Pueblo que en el fondo, debe ser protegido. Un pueblo así solo está en condiciones de ser gobernado por alguien que decida por él. Son estas ansias de poder las que motivan a la sociedad venezolana. Nos impulsan los deseos de ser más que los demás, de controlar otras personas, de manipularlas, de influenciarlas. Exigimos obediencia y disfrutamos con el temor o el respeto que le profesan los demás, la conocida soberbia del venezolano cuando viaja al extranjero. Nos fijamos metas cortas, poco realistas, poco retadoras, disfrutamos de lo fácil, de lo que no implica mucho esfuerzo, no nos exigimos a nosotros mismos, vanagloriamos al que es vivo y no al que lucha por las cosas que quiere.

No podemos configurarnos como el país más feliz o más triste, porque la situación social, política, económica (resumidas en crisis) no nos permite deprimirnos. ¿Cómo un venezolano que está en la punta de un cerro puede deprimirse si cuando repara en su cansancio le llega un mensaje para comprar leche en una cola del centro?  ¿Cómo una madre soltera puede deprimirse cuando el sonido de la tubería le indica que viene el agua y debe salir corriendo a buscar los envases para almacenarla y lavar toda la ropa posible? ¿Cómo puede un estudiante deprimirse cuando debe pararse a las 4:00 am para tomar el metro y poder llegar a tiempo a su clase?

 – No tenemos tiempo para deprimirnos y ese estado aparente de felicidad se traduce en un estado de adaptabilidad. Salimos adelante como podemos porque no podemos darnos el lujo con esta situación de crisis de sentarnos a reparar y reflexionar qué hicimos mal y como nos sentimos con eso.

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