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Merwin Ponce

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Psychologist and Web Content Writer

My name is Merwin Ponce and I have been working with Talent Management for over a year, learning every day about processes associated with Personnel Selection, Personnel Training, Organization Development and Working Environment. Throughout this year, I have developed competencies as a speaker, dictating talks and lectures about working environment, assertiveness, interpersonal communications, solidarity and teamwork. Companies need to know the qualities and talents of their employees, and they can achieve this goal through the Human Resources personnel. Inside Work with Coffee you’ll find material on Personal Development and HR Management. The website’s main language is Spanish (SPA)

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El Arte de no ser gay: ¿Heteroflexible o Bicurioso?


En una de esas conversaciones de bar en las que cualquier tema sale a relucir, me planteé la posibilidad de que un hombre heterosexual pudriera tener sexo con un hombre de orientación homosexual, como algo completamente fuera de este mundo. A lo que un compañero me comenta la existencia de la Heteroflexivilidad, es decir, hombres heterosexuales que están seguros de su identidad, siente atracción o satisfacción sexual por estar con otros hombres y aun así se consideran heterosexuales.


Es un fenómeno que resulta más habitual de lo que algunos puedan pensar y es simple: hombre conoce a otros hombres en un bar, disco, etc.; congenian, deciden proceder con el acto sexual y luego cada uno toma caminos diferentes sin que afecte la heterosexualidad del hombre. Esto me condujo a una interrogante, a saber: ¿Es políticamente correcto categorizarlos como homosexuales?
El concepto de una relación homosexual es cada vez más aceptado en nuestra sociedad, hoy en día es común encontrarse con parejas homosexuales en la calle. Internet facilita el acceso a contenidos visuales o físicos e incluso a interacciones más íntimas entre sus usuarios por lo que las prácticas sexuales ya no son censuradas como en otros tiempos. Bajo el heteroflexible   o heterocurioso los hombres exploran aspectos de su sexualidad sin necesidad de cuestionar su orientación sexual, ese paso a la conducta de exploración se relaciona con variables como la   insatisfacción sexual producida en sus relaciones actuales con mujeres y el deseo de buscar otros medios para satisfacer esas necesidades.

De acuerdo con el psicólogo clínico Juan Macías, la práctica sexual no se corresponde con la orientación sexual;  la práctica sexual es flexible y es un concepto descriptivo sobre la forma en que una persona satisface sus necesidades sexuales, mientras que la última es una construcción social con implicaciones sobre la identidad de género, roles y psicoafectiva que forzosamente nos vemos obligados a encajar, estas a saber son: heterosexualidad, homosexualidad o bisexualidad.

Como conclusión, la mayoría de las personas suelen creer en una concepción estática de la sexualidad,  donde predomina la relación sexual hombre – mujer, fuera de eso se es homosexual o bisexual, pero generalmente es fluida y movible, esto partiendo de la idea de que cualquier persona puede encontrarse en la decisión de explorar sus necesidades sexuales. Lo que ocurre es que los conceptos de orientación, sexualidad, rol y género se encuentran tan marcados desde el pensamiento predominante (machista) que traen consigo una etiqueta, llena de prejuicios, que no permite la comprensión de que atreves de las relacione sexuales, se busca la satisfacción de ambas partes, y que es posible tener tal nivel de intimad sin necesidad de una categoría o etiqueta.

El tema se podría abordar desde la conflictividad que genera al no encontrarse ubicado en una categoría sexual preestablecida, si una persona heterosexual no ha satisfecho estas necesidades en el pasado seguramente es por la consecuencia directa hacia su imagen, lo que ha  hecho que se repriman esos deseos.



¿Soy o no soy? Debe ser la interrogante que predomina en estos casos, por esta misma necesidad de una categoría y porque este comportamiento ataca al concepto de hombre varonil propio de la persona y de la cultura en la que se encuentre inmersa. Sin embargo, en tanto la persona no encuentre un conflicto o sienta algún tipo de malestar por su expansión en cuanto a prácticas sexuales, no se debería considerar  importante discutir sobre si pertenece o no a una categoría.

De nuevo, esto es solo la opinión de su humilde escritor. Si desean pueden dejar su opinión aquí abajo en los comentarios ¿Los heteroflexibles son gays reprimidos, una moda, o solo con aquellos hombres que no se atreven a salir? ¿Qué piensas? 

Caracas muerde, una ciudad pequeña con una alta victimización

La delincuencia se ha convertido en uno de los problemas más importantes para la ciudadanía, y en consecuencia, también para las instituciones a cargo de la prevención y el control del delito. Actualmente existe una carencia de cultura de denuncia en Latino América. En bien conocido por los venezolanos esa desconfianza hacia  la forma de actuar por parte de las autoridades. Esto ha traído como consecuencia la negación por parte de muchos a formalizar el proceso.

Los funcionarios nos recuerdan a diario que sin la denuncia no hay delito y que la responsabilidad no sólo recae sobre ellos sino que es compartida. En lo que va de año he sido víctima de la delincuencia en cuatro ocasiones (dos seguidas, la primera semana de enero). La primera oportunidad, fui asaltado a cuadras de mi casa por dos sujetos armados. La segunda ocasión fue en una unidad de trasporte. La tercera, fue recorriendo La feria internacional del libro celebrada en Los Museos, fui interceptado por dos hombres que con puñales y voces temerarias, restregándome su experiencia en el área, me asaltaron en plena calle.  La cuarta, saliendo del metro en pleno anden de la estación La Hoyada. 

¿Por qué nunca he ido a presentar una denuncia? La tercera vez que fui asaltado, terminé ensangrentado por las agresiones de los rufianes. Estando muy cerca de un módulo policial, decidí caminar hasta el parque Los Caobos para reportar el hecho delictivo, puesto que los asaltantes provenían de los vendedores que suelen estar cerca de la calle saliendo de la estación Bellas Artes. Para mi sorpresa un funcionario de la policía nacional, entre un vaso de refresco y una tostada, sale a recibirme y escuchar el porqué de mi condición. Tenía la camisa no solo ensangrentada sino también echa harapos. Recuerdo haberle relatado toda la historia y con lágrimas de impotencia haber sido capaz de terminarla, le exigí hacer algo al respecto. - Es tu trabajo, me aventure a decirle.  El funcionario haciendo un ademan, me dijo –Lo siento, no puedo hacer nada, no puedo dejar el módulo sólo. Salí corriendo del sitio, incluso más molesto de lo que había llegado, pensando –Porqué tuve que hacer esto, como si pasar el susto no fuera suficiente y el mal rato de que me robaran a plena luz, también tenía que perder el tiempo con el policía. Eso nunca llega a ningún lado. Que me hacía diferente de todas las personas que, previamente, habían denunciado a esos malandrines, se la pasaban todos los días en los alrededores de Los Museos ¿y qué ha pasado? ¡NADA!, siguen robando.

Al llegar a mi casa, mi tío (funcionario de polichacao) me exigió ir a procesar la denuncia, recuerdo que me dijo algo así La gente debe poner las denuncias, la responsabilidad no es solo de uno, es de cada lado. Si tú que sales afectado prefieres dejarlo así, yo no haré nada al respecto.

De acuerdo con la ONU la mayoría de las personas víctimas de delitos no los denuncian. Al investigar sobre las estadísticas policiales, las cuales por experiencia previa, no han sido gratas en cuanto a la información que proporcionan y el método de obtención de esta; tienen una serie de sesgos ligados al interés de la autoridad por presentar cifras satisfactorias para la población, sobre todo en tiempo electorales donde los indicies de delincuencia suelen ser muy bajos. Además, suelen padecer limitantes relaciones con la sobre-representación de algunos delitos, es decir, delitos que no son conocidos por las autoridades y, en consecuencia, tampoco continúan su camino hacia el proceso penal.

El problema es que el organismo al que le corresponde recibir las denuncias para sistematizarlas e iniciar el proceso penal es el Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (CICPC), pero los que solemos ver en las calles son la Policía Nacional Bolivariana y las policías municipales, los cuales tienen un carácter preventivo, destacándose como instituciones colaborativas. Solamente en Caracas contamos con nueve subdelegaciones del CICPC y sí, una de ellas en la que se encuentra frente al Registro Principal (el cual sufrió una ola de robo de títulos). También hay divisiones que atienden delitos específicos como robo de vehículos, homicidios, secuestros, etc.

El proceso podría durar entre 20 o 30 minutos, dependiendo del estado de la persona y del hecho delictivo. Esto es lo que se puede tardar en  narrar los sucesos. Pero al parecer llegan entre 30 y 40 personas a las instalaciones del CICPC por lo que no pueden atender a tal cantidad de personas.  Recuerdo que mi tío solía comentarme que es muy fácil culpar al funcionario, si no hay denuncia, el delito nunca fue cometido y en consecuencia se procede a soltar al delincuente (esto contando con que lo atrapen). Decía que la gente es cómplice de su propia situación porque ayuda a que ese delincuente vuelva a la calle sin algún antecedente registrado.

Se podrían conjugar muchas opciones:  temor, desconfianza en el sistema, decepción a la respuesta de las instituciones, experiencias pasadas, los tramites que amerita hacer una denuncia o simplemente creer que todos ese proceso no llegará a solventar el delito.  Si no se informan los sucesos delictivos es posible que no ocurran represalias negativas hacia la víctima. Lo que en Venezuela es entendido  popularmente como sapear. Por las mentes de las víctimas no pasa otra cosa que pensar en las consecuencias que esto puede acarrear, los delincuentes los pueden conocer, saben dónde viven, saben quiénes son. Resultando ser este miedo la primera pared para no hacer una denuncia.

Al finalizar la travesía, todo se traduce en una pérdida de tiempo, gestión y dinero que uno como venezolano no está dispuesto a gastar. Aunado a esto, el resultado insatisfactorio de las gestiones así como las diversas acciones delictuales sin castigo son elementos que impiden que denunciemos estos actos.

Lo que nos trae al comentario de mi tío Somos los culpables de que muchos malandrines estén en la calle, pero también es cierto que la falta de fe en las autoridades y en el sistema carcelario en general,  es una factor importante a la hora de denunciar el crimen en Venezuela.  

MERWIN PONCE
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Caracas, Venezuela

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