

Según el Reporte Mundial de Felicidad elaborado por John Helliwell de la Universidad de British Columbia y Richard Layard de la London School of Economics, la “ciencia de la felicidad” permite entender lo que definen como calidad de vida. “Países con un capital institucional y social fuerte no sólo apoyan un bienestar mejor, sino que son más resistentes a crisis económicas y sociales”. Pero en el caso de Venezuela se ha evidenciado que no existe un capital institucional fuerte, entonces ¿qué hace que el venezolano resista tanto las crisis y se muestre como un ciudadano feliz?
- El ser
humano no es un ente pasivo o estático, estamos dotados de una lógica superior,
pensamos, producimos y nos comunicamos como ninguna otra especie en el planeta.
Constantemente hacemos observaciones, comentamos, confeccionamos filosofías las
cuales tienen una influencia decisiva sobre nuestras escogencias, nuestras
decisiones y actitudes. Todo este accionar configuran formas de aprehender y
entender las cosas que nos rodean y así poder resolver los rompecabezas comunes
sobre nuestros origines. El ser humano es en sí mismo un productor de
informaciones y significados. Crecemos y nos educamos en un contexto familiar y
socio-cultural en el que tradiciones, valores y creencias son adquiridos y reproducidos
de generación en generación. Es así como
la percepción de que somos El mejor país
del mundo se ha objetivado en cada una de nuestras generaciones.
Desde muy
jóvenes aprendemos a discriminar entre los diferentes grupos sociales,
aprendemos que pertenecemos a uno o más
grupos específicos, así como el significado emocional y valorativo que esto
tiene para ellos. Pertenecer a un grupo determinado, propiciaría en el
individuo una identidad social que deriva de la evaluación positiva de sus
atributos en comparación con otros grupos: los individuos tendrían la necesidad
de auto-evaluarse positivamente respecto de otros. Los venezolanos hemos
aprendido a diferenciarnos a partir de la sociedad externa, siempre buscamos
hacia afuera, porque fuera de nuestras fronteras están las causas y, las
soluciones las encontramos en los demás, no en nosotros mismos. La culpa nunca
es asumida como algo individual, esperamos siempre que otro venga y nos saque
del rollo en que nos hemos metido. Esto se configura en una baja autoestima y
un obstáculo para nuestro desarrollo individual y grupal. Sin embargo, a pesar de
esta baja autoestima al diferenciarnos de esa sociedad externa lo hacemos desde
valoraciones positivas: Somos el país de
las mujeres más bellas, el país más feliz del mundo, somos el país con los
paisajes más hermosos.
Hemos sido
educados para adaptarnos, pensamos en Venezuela como un país en el que no se le
puede decir la verdad cruda a sus habitantes, sobre todo noticias que no son
buenas, porque hemos sido criados para no procesar esta información. Hemos
crecido como un Pueblo que en el
fondo, debe ser protegido. Un pueblo así solo está en condiciones de ser
gobernado por alguien que decida por él. Son estas ansias de poder las que
motivan a la sociedad venezolana. Nos impulsan los deseos de ser más que los
demás, de controlar otras personas, de manipularlas, de influenciarlas.
Exigimos obediencia y disfrutamos con el temor o el respeto que le profesan los
demás, la conocida soberbia del
venezolano cuando viaja al extranjero. Nos fijamos metas cortas, poco
realistas, poco retadoras, disfrutamos de lo fácil, de lo que no implica mucho
esfuerzo, no nos exigimos a nosotros mismos, vanagloriamos al que es vivo y no al que lucha por las cosas que
quiere.
No podemos
configurarnos como el país más feliz o más triste, porque la situación social,
política, económica (resumidas en crisis) no nos permite deprimirnos. ¿Cómo un
venezolano que está en la punta de un cerro puede deprimirse si cuando repara
en su cansancio le llega un mensaje para comprar leche en una cola del centro? ¿Cómo una madre soltera puede deprimirse
cuando el sonido de la tubería le indica que viene el agua y debe salir
corriendo a buscar los envases para almacenarla y lavar toda la ropa posible? ¿Cómo
puede un estudiante deprimirse cuando debe pararse a las 4:00 am para tomar el
metro y poder llegar a tiempo a su clase?
– No tenemos tiempo para deprimirnos y ese
estado aparente de felicidad se traduce en un estado de adaptabilidad. Salimos
adelante como podemos porque no podemos darnos el lujo con esta situación de
crisis de sentarnos a reparar y reflexionar qué hicimos mal y como nos sentimos
con eso.
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