La sexualidad es y ha sido una de
las áreas del comportamiento humano más desconocida y en la que aún prima
muchas veces lo anecdótico del conocimiento científico. Y sí esto es cierto a
cualquier edad, lo es especialmente en personas de edad avanzada. La mera
existencia de manifestaciones sexuales de cualquier tipo en los ancianos es
sistemáticamente negada, rechazada o dificultada por gran parte de la sociedad.
Los hallazgos
en las investigaciones sugieren que las relaciones homosexuales son similares a
las relaciones entre heterosexuales, Feldman a propósito de esto, comenta que a
pesar del estereotipo de que los homosexuales, en particular encuentran difícil
formar relaciones y que sólo se interesan por uniones sexuales casuales, la
realidad es diferente. La mayoría de los homosexuales, en general, buscan
relaciones a largo plazo y que sean significativas, por lo que en ese sentido
difieren un poco, a nivel cualitativo, de las deseadas por los heterosexuales.
A
pesar de no existir tantas diferencias entre los diferentes tipos de
orientaciones sexuales, la realidad es que la acción de salir del closet, es
decir, el hecho de que una persona se declare abiertamente gay, lesbiana o bisexual ante su familia, amigos,
compañeros de trabajo, y demás personas
en sus círculos cercanos, es realizado a veces por el deseo de que su
orientación sea aceptada y por aceptarse a sí mismo en muchas formas. En ese
momento, los familiares y amigos cuentan con tres opciones: la aceptación, la
preparación para asumirlo y el rechazo. Cuesta imaginar cómo puede ser este
tema en adultos que se encuentran entrando en la etapa de la vejez.
En nuestra
sociedad existe un escaso conocimiento sobre este tema, incluso dentro de los
profesionales sanitarios. Las creencias y conceptos erróneos se manifiestan
incluso en las historias clínicas donde no se recogen datos sobre la actividad
sexual. Esto, explicado erróneamente en algunos casos, por el supuesto de que
los ancianos son sexualmente inactivos; y en otros, debido a la incomodidad de
formular las preguntas o el temor de no poder responder adecuadamente a las
dudas que plantee el paciente en este tema.
Este
es un tema que se habla frecuentemente desde la perspectiva adolescente, y desde
la problemática que representa para estos la identificación con una orientación
sexual que les sea más cómoda, la aceptación por parte de los padres, etc. Pero
no es un tema muy investigado en adultos mayores y en parte debido a la
imposibilidad de imaginar a nuestros abuelos teniendo sexo o haciendo el amor. Es
cierto que las personas adultas también tienen necesidades que atender,
necesidades de enamorarse, de sentirse útiles, de ser tocados y mirados, o de
volver a tener una nueva pareja. También de tener sexo y sentir afecto/afinidad por su pareja.
En una
sociedad que está envejeciendo progresivamente, la sexualidad debería permanecer
en una dimensión afectiva, sentimental y relacional durante todo el curso de la
existencia, en el respeto del cuerpo y a los aspectos peculiares presentes en
cada fase de la vida.
En la sociedad
contemporánea el anciano, por el hecho de serlo, presenta más indefensión, y en
el plano estricto de la sexualidad, la sociedad también le es hostil. En
efecto, el proceso de envejecimiento da lugar a una mayor fragilidad orgánica,
a un aumento de la vulnerabilidad frente a las enfermedades y en general a cualquier
tipo de agresión. Además, el proceso de envejecer se caracteriza por ser la
única edad que no introduce a otro ciclo de la vida y por ser el momento más
dramático de la existencia: la etapa de "las pérdidas" y de "los
temores". Pérdidas de todo tipo que se producen en esta etapa de
la vida: del papel productivo, de la capacidad laboral, posibilidad de perder
la pareja, los amigos, los hijos, disminución de eficiencia física y de la
independencia psicológica, etc. Aunado a esto predominan los efectos de
factores fisiológicos y sociales como la autopercepción del atractivo sexual,
el acceso a tener una nueva pareja, la viudez, la dificultad para acceder
plenamente a la intimidad que termina en cese de la actividad sexual, en muchas
ocasiones, el efecto de algunas patologías médicas e incapacitantes, incluso
para poder sostener o iniciar el acto sexual.
Por lo tanto
es incorrecto seguir considerando al anciano como poco interesado en la
sexualidad o con escasa actividad sexual. Se puede encasillar como
"ageísmo" o "sexismo" la actitud de la sociedad y de los
profesionales de la salud que no quieren reconocer esta realidad. Con una mayor
formación académica de los profesionales sanitarios y de la sociedad en
general, junto con la realización de programas de educación sexual para los
ancianos, se lograría una mayor sensibilización hacia estos aspectos olvidados
de los mayores, contribuyendo directamente a una mayor satisfacción y bienestar
de muchos ancianos.
De la vida
sexual de los ancianos sabemos muy poca cosa. Pero hoy podemos decir que
"no hay un límite cronológico después del cual la vida sexual
desaparece". Por lo tanto, el primer paso para una consideración ética
sobre el papel de la sexualidad en la vejez pasa ineludiblemente por
reconsiderar estas actitudes que, ocultando la existencia del problema,
dificultan enormemente su remedio.
Venezuela ha vivido un largo y
complejo proceso de desajuste social, caracterizado principalmente por la
violencia, cuya consecuencia más visible ha sido el surgimiento y consolidación
del fenómeno conocido como polarización política. Este proceso divide al país
en bloques aparentemente irreconciliables, dificultando la convivencia social,
incluyendo dificultades en las relaciones interpersonales, familiares,
laborales y de amistad
El ascenso de Hugo Chávez a la
presidencia de la república significó
efectivamente la entrada de la nación venezolana en un tipo de confrontación
política de altísima intensidad, tan amenazada por la violencia que requirió de
la instalación de misiones y organismos internacionales
como el Centro Carter y la Organización de Estados Americanos (OEA), así como
la creación del llamado Grupo de Países Amigos, en calidad de mediadores para
impedir la resolución armada del conflicto.
La oposición por su parte, aunque
resulta más exacto decir, las diversas modalidades de oposición, ya que ésta no
es homogénea en su organización, ha oscilado entre el uso de vías insurreccionales. Bajo una conducción atípica y la alianza coyuntural de los
dueños de los grandes medios, especialmente de las televisoras; en calidad de
dirigente del movimiento, la acción opositora que comenzó en una escala muy
pequeña y terminó convirtiéndose en un inmenso movimiento de masas no
partidistas se concentró durante casi 4 años en la meta única y recurrente de
lograr la salida inmediata del presidente Chávez de la primera magistratura sin
discriminar, en muchos casos, el tipo de vía o recursos al cual apelar.
En ese proceso los medios de comunicación, tanto los privados como los del Estado, terminaron sustituyendo el papel tradicional de “intelectual orgánico”, dejaron de ser “narradores del conflicto político” para convertirse en miembros activos de la contienda, creando así situaciones absolutamente novedosas sin referencia en la vida política nacional, que vinieron a reforzar aún más la emocionalidad e irracionalidad del conflicto.
Todo lo que se ha vivido desde
entonces es un estado de conflictividad permanente y naturalización de la
violencia política que ha significado el secuestro de nuestros temas cotidianos
de conversación, incluyendo los espacios más neutros políticamente hablando
como lo son la intimidad y la amistad. El venezolano se ha visto envuelto en
una sociedad condicionada al
monotemático debate político, que obliga a familias y amistades, a poner
reglas de juego en las que se prohíbe el tema político de manera irrestricta
para poder garantizar la armonía.
Es aquí donde Tulio Hernández,
autor de la publicación “La polarización política” describe “Pero donde la
polarización llega a hacerse más patética es en la dificultad que tienen los
venezolanos para lograr acuerdos mínimos en las explicaciones sobre lo que está
ocurriendo”. En un país donde el interés público tiene por lo menos más de dos, e incluso tres
o más versiones radicalmente contrapuestas, se hace evidente la siguiente
formulación ¿Cómo llegamos a esto?
En Venezuela, con la escasa
reproducción de información por parte de los medios de comunicación, se ha
llegado a entender que todo aquel que difunde una noticia está diciendo la
verdad porque decir mentira sería un comportamiento reprochable, aquel que
miente habitualmente se considera poco fiable. En Venezuela se ha instaurado el
hábito de ignorar la verdad y mentirse
los unos a los otros porque es mucho más fácil vengarse de aquel que miente
primero, mintiéndole a su vez. ¿Confuso? – El resultado de esto es la
fracturación del grupo social, se ven cada día en las calles más conflictos,
asaltos y desconfianza, a tal punto que
se ha llegado como medida preventiva a la reclusión en casa porque la calle se
ha vuelto tan insegura que solo queda un todo contra todos, cualquiera te puede
hacer daño.
La forma en que transita la
información sobre la agenda política en la sociedad venezolana parece fluctuar
entre lo reactivo y lo puritano, una sociedad en el que reina lo falso. El
discurso político tiene dispuesto ente sus objetivos suprimir al otro y
autoconsiderarse digno de sobrevivir, considerar que lo que se dice desde mi posición es verdadero y justo de
promover como extensible en el tiempo, mientras lo que dice el otro es una
mentira.
El mundo se reduce, o al menos el mundo de la
comunicación, a dos tipos de actores: nosotros y los otros. A los primeros se
les atribuye cualidades encomiables y a los segundos características
reprochables. Para el pro-gobierno sus opositores son aquellos obtusos, que no
son capaces de comprender el sentido de su propuesta política y que, en lugar
de eso, prefieren desprestigiar y tomar acciones como la huelga y el
terrorismo. Por su parte, para el anti-gobierno o la oposición las propuestas
del gobierno son intentos epopéyicos y heroicos que no llegarán a nada. Se ponen en la posición de no ser
violentos porque nadie los ha visto ejecutando acciones violentas, entonces eso
deja al otro (pro-gobierno) como el palmariamente violento. El panorama social
actual bien podría ser, en un intento metafórico, una anfisbena psicopolítica,
en la que gobierno y oposición tienen un solo cuerpo pero dos cabezas, y cada
una por su lado reclama para sí el cuerpo, que como ya debieron haber
concluido, no es otra cosa que el país.
Si algo se define desde el
oficialismo no puede ser comprendido como tal desde la oposición, y viceversa. Nadie
está dispuesto a decir no me parece, pero
a ellos les parece; hay que entenderse, en cambio, cualquiera está presto a
afirmar no me parece que el parecer del
Otro deba existir. La conveniencia democrática es más que una dificultad.
Como resultado, se opta por defender las bases ideológicas del acuerdo,
convirtiendo al venezolano en fanático de la verdad y cortadores de lengua de
cualquiera que mienta.
Hoy en Venezuela el llamado
pensamiento único se está extinguiendo ¿Qué sería de nosotros sí, más allá de
la histeria militante, cada uno pudiera decir lo que quisiera con la más pura
franqueza, con la cordial bienvenida y con toda observación critica sincera del
adversario?
La polarización política como conflicto cultural: Familias que se dividen por posiciones políticas
Unknown
junio 05, 2016
