Caracas muerde, una ciudad pequeña con una alta victimización
- abril 03, 2016
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La delincuencia se ha convertido
en uno de los problemas más importantes para la ciudadanía, y en consecuencia,
también para las instituciones a cargo de la prevención y el control del delito.
Actualmente existe una carencia de cultura de denuncia en Latino América. En
bien conocido por los venezolanos esa desconfianza hacia la forma de actuar por parte de las
autoridades. Esto ha traído como consecuencia la negación por parte de muchos a
formalizar el proceso.
Los
funcionarios nos recuerdan a diario que sin la denuncia no hay delito y que la
responsabilidad no sólo recae sobre ellos sino que es compartida. En lo que va
de año he sido víctima de la delincuencia en cuatro ocasiones (dos seguidas, la
primera semana de enero). La primera oportunidad, fui asaltado a cuadras de mi
casa por dos sujetos armados. La segunda ocasión fue en una unidad de
trasporte. La tercera, fue recorriendo La feria internacional del libro
celebrada en Los Museos, fui interceptado por dos hombres que con puñales y
voces temerarias, restregándome su experiencia en el área, me asaltaron en
plena calle. La cuarta, saliendo del
metro en pleno anden de la estación La Hoyada.
¿Por qué nunca he ido a presentar una
denuncia? La tercera vez que fui asaltado, terminé ensangrentado por las
agresiones de los rufianes. Estando muy cerca de un módulo policial, decidí
caminar hasta el parque Los Caobos para reportar el hecho delictivo, puesto que
los asaltantes provenían de los vendedores que suelen estar cerca de la calle
saliendo de la estación Bellas Artes. Para mi sorpresa un funcionario de la
policía nacional, entre un vaso de refresco y una tostada, sale a recibirme y
escuchar el porqué de mi condición. Tenía la camisa no solo ensangrentada sino
también echa harapos. Recuerdo haberle relatado toda la historia y con lágrimas
de impotencia haber sido capaz de terminarla, le exigí hacer algo al respecto.
- Es tu trabajo, me aventure a decirle. El funcionario haciendo un ademan, me dijo –Lo siento, no puedo hacer nada, no puedo
dejar el módulo sólo. Salí corriendo del sitio, incluso más molesto de lo
que había llegado, pensando –Porqué tuve
que hacer esto, como si pasar el susto no fuera suficiente y el mal rato de que
me robaran a plena luz, también tenía que perder el tiempo con el policía. Eso
nunca llega a ningún lado. Que me hacía diferente de todas las personas
que, previamente, habían denunciado a esos malandrines, se la pasaban todos los
días en los alrededores de Los Museos ¿y qué ha pasado? ¡NADA!, siguen robando.
Al llegar a mi
casa, mi tío (funcionario de polichacao) me exigió ir a procesar la denuncia,
recuerdo que me dijo algo así La gente
debe poner las denuncias, la responsabilidad no es solo de uno, es de cada
lado. Si tú que sales afectado prefieres dejarlo así, yo no haré nada al
respecto.
De acuerdo con
la ONU la mayoría de las personas víctimas de delitos no los denuncian. Al
investigar sobre las estadísticas policiales, las cuales por experiencia
previa, no han sido gratas en cuanto a la información que proporcionan y el
método de obtención de esta; tienen una serie de sesgos ligados al interés de
la autoridad por presentar cifras satisfactorias para la población, sobre todo
en tiempo electorales donde los indicies de delincuencia suelen ser muy bajos.
Además, suelen padecer limitantes relaciones con la sobre-representación de
algunos delitos, es decir, delitos que no son conocidos por las autoridades y,
en consecuencia, tampoco continúan su camino hacia el proceso penal.
El problema es
que el organismo al que le corresponde recibir las denuncias para
sistematizarlas e iniciar el proceso penal es el Cuerpo de Investigaciones
Científicas Penales y Criminalísticas (CICPC), pero los que solemos ver en las
calles son la Policía Nacional Bolivariana y las policías municipales, los
cuales tienen un carácter preventivo, destacándose como instituciones
colaborativas. Solamente en Caracas contamos con nueve subdelegaciones del CICPC
y sí, una de ellas en la que se encuentra frente al Registro Principal (el cual
sufrió una ola de robo de títulos).
También hay divisiones que atienden delitos específicos como robo de vehículos,
homicidios, secuestros, etc.
El proceso
podría durar entre 20 o 30 minutos, dependiendo del estado de la persona y del
hecho delictivo. Esto es lo que se puede tardar en narrar los sucesos. Pero al parecer llegan
entre 30 y 40 personas a las instalaciones del CICPC por lo que no pueden
atender a tal cantidad de personas.
Recuerdo que mi tío solía comentarme que es muy fácil culpar al
funcionario, si no hay denuncia, el delito nunca fue cometido y en consecuencia
se procede a soltar al delincuente (esto contando con que lo atrapen). Decía
que la gente es cómplice de su propia situación porque ayuda a que ese
delincuente vuelva a la calle sin algún antecedente registrado.
Se podrían
conjugar muchas opciones: temor,
desconfianza en el sistema, decepción a la respuesta de las instituciones,
experiencias pasadas, los tramites que amerita hacer una denuncia o simplemente
creer que todos ese proceso no llegará a solventar el delito. Si no se informan los sucesos delictivos es
posible que no ocurran represalias negativas hacia la víctima. Lo que en
Venezuela es entendido popularmente como
sapear. Por las mentes de las
víctimas no pasa otra cosa que pensar en las consecuencias que esto puede
acarrear, los delincuentes los pueden conocer, saben dónde viven, saben quiénes
son. Resultando ser este miedo la primera pared para no hacer una denuncia.
Al finalizar
la travesía, todo se traduce en una pérdida de tiempo, gestión y dinero que uno
como venezolano no está dispuesto a gastar. Aunado a esto, el resultado
insatisfactorio de las gestiones así como las diversas acciones delictuales sin
castigo son elementos que impiden que denunciemos estos actos.
Lo que nos
trae al comentario de mi tío Somos los
culpables de que muchos malandrines estén en la calle, pero también es
cierto que la falta de fe en las autoridades y en el sistema carcelario en
general, es una factor importante a la
hora de denunciar el crimen en Venezuela.
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