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Merwin Ponce

Blogger Psychologist Personal Development

septiembre 14, 2016

El uso de una norma doble para juzgar la violencia

Las personas no suelen agredir directamente, en parte porque para nuestra sociedad la conducta agresiva y destructiva es mal vista, sin embargo las personas se las han ingeniado para disminuir el riesgo de represalias.

Las personas suelen atacar en formas en las que no tomen la responsabilidad por sus acciones lesivas. Las consecuencias perjudiciales que más preocupan a la sociedad, a menudo son causadas remota, indirecta e impersonalmente.

La agresión tiene como objetivo principal producir daño a las personas y la destrucción de la propiedad, pública o privada, esto de acuerdo con Bandura en su Análisis del aprendizaje social de la agresión. En el caso de las manifestaciones es cuando se hace más visible el juicio de valor con el cual se interpreta la conducta agresiva.

Se clasificará como agresivo o no un acto de acuerdo a los juicios subjetivos de si fue intencional o accidental. EL mismo acto se juzga de acuerdo a varios factores socioculturales. Los valores propios clasificadores afectan también a la manera en que ciertas actividades son interpretadas en la vida cotidiana.

Dentro de las medidas del Gobierno se encuentran las de salvaguardar  el bienestar común de sus ciudadanos, en pro de cumplir con este objetivo pueden utilizar las herramientas que consideren necesarias. En el caso de una manifestación el que una persona o grupo no simpatizante del gobierno realice una protesta pacífica será percibida como amenazante tanto para los entes gubernamentales como para las personas pro gobierno. En este mismo ejemplo, si el gobierno decidiera tomar medidas de represarías, las acciones para detener a lo manifestantes, aunque sean posiblemente violentas, serían percibidas como necesarias para mantener el orden.

Por ejemplo, consideremos al señor Pedro que se encuentra camino a su trabajo y en medio de la odisea diaria se encuentra cola por una manifestación en la autopista:

                Sr. Pedro: Voy a llegar tarde al trabajo por la culpa de esos rufianes. Hay que depurar esta clase de vandalismo, la agresión no llega a nada.

Luego de la represalia:

                Sr. Pedro: Era necesario que se tomaran medidas, la violencia no llega a nada, pero es justo usarla para protegernos.

Ambos son ejemplos de actos violentos y ambos están siendo justificados. Por un lado los manifestantes son tachados de vándalos mientras que por el otro, los entes de control son percibidos como Salvadores, se fundamenta la agresión en función de valores más elevados. Existen propósitos nobles como proteger a los civiles,  en los que casi cualquier forma de agresión puede calificarse como justa.

El uso de una norma doble para juzgar la agresión constituye un problema.  A las dependencias gubernamentales se les confía el poder de coerción destinado a la protección de la ciudadanía. Quienes consideran que sus intereses sociales y económicos están salvaguardados por el sistema, aplauden las prácticas represivas que mantienen el control social; por el contrario, los disidentes que persiguen cambios sociales a través de la presión colectiva ven en las contramedidas cohesivas, tomadas por agentes de control, como actos agresivos, con los que intentan más bien preservar el statu quo que protege imparcialmente el bienestar de todas las capas de la sociedad.

Si una sociedad ha utilizado la práctica de medidas agresivas en el pasado para solventar problemas, es muy probable que el uso de la agresividad como única herramienta sea reforzado y practicado, ignorando otras alternativas asertivas. Una sociedad violenta es aquella que permite la práctica de estos actos agresivos, justificándola a través de medios de comunicación, el uso de la fuerza militar y la educación.

Por las redes, están circulando varios vídeos de linchamientos en los que personas intentan robar o agredir a otra persona y la comunidad, grupo, o los que estaban cerca en ese momento intervinieron. Venezuela ha llegado al punto en el que la justicia se ha tomado en las manos de todos los ciudadanos, en las calles se decide quien vive y quien muere ya que las medidas de control por parte de los entes gubernamentales no están siendo gestionadas y el malestar general ha superado el límite que puede aguantar una persona, que a expensas de sus propia suerte, transita cada día en las calles peligrosas de Caracas.


Merwin Ponce, Psicólogo con experiencia en el área de Gestión de Talento Humano. Redactor de contenido web para Alternos Producciones C.A..

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