El convencionalismo del sexo: ¿Una sexualidad moralizada?
- enero 15, 2015
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Tanto hombres como mujeres en algún momento
llegamos a reconocer que nuestras decisiones están ligadas a un deber de
respeto y también a la realización del sí mismo, el prójimo, la comunidad y la
naturaleza ¿les suena familiar esto? Debido a que un gran proceso de objetivación
e internalización el ser humano, acerca de los valores morales, no puede
proceder de acuerdo con sus libre albedrío. Descubrimos que existen leyes que
se deben obedecer, leyes que nos dicen que debemos amar y practicar el bien,
evitando el mal, una vez que seamos capaces de obedecer tales leyes alcanzaremos
la dignidad humana.
Esto suena muy bonito, pero recordemos que el valor de la moralidad emana del destino dispuesto de un Dios, del fin descrito de Dios para el ser humano, adecuando al ser humano a la imagen de Dios; hablamos de amor, libertad, el mandato divido del amor, la existencia, entre otras cosas muy lindas.
En la actualidad vivimos bajo la polémica de los límites que hay entre el sexo y estos valores morales, pero respecto a qué punto un conceptos de anteponerse al otro; también habría que considerar sobre que genero estamos haciendo la analogía ya que como sabrán, el sexo para el hombre y la mujer son percibidos y significan abstracciones distintas. Por ejemplo: nos cuestionamos si la mujer debería romper o no con todos esos tabúes que rigen su sexualidad en la sociedad, pero... ¿Y el hombre? A pesar de considerar la posibilidad de que la mujer se oponga a esta represión, su comportamiento se definiría dentro del “Libertinaje” o “Promiscuidad”, consideramos la sexualidad como una cuestión moral cuando se trata de la mujer, y esto es parte de la visión objeto que se tiene de ésta en la sociedad. La sociedad es quien obliga a las mujeres a reprimirse y cuidarse más que los hombres; entonces tenemos dos posiciones: 1) mujeres y hombres reprimidos y, 2) Considerados con desgracia en la sociedad, aquellos hombres y mujeres cuya sexualidad tiende a ser muy instintiva y, por lo tanto, rozan o caen en la impulsividad y promiscuidad.
Esto suena muy bonito, pero recordemos que el valor de la moralidad emana del destino dispuesto de un Dios, del fin descrito de Dios para el ser humano, adecuando al ser humano a la imagen de Dios; hablamos de amor, libertad, el mandato divido del amor, la existencia, entre otras cosas muy lindas.
En la actualidad vivimos bajo la polémica de los límites que hay entre el sexo y estos valores morales, pero respecto a qué punto un conceptos de anteponerse al otro; también habría que considerar sobre que genero estamos haciendo la analogía ya que como sabrán, el sexo para el hombre y la mujer son percibidos y significan abstracciones distintas. Por ejemplo: nos cuestionamos si la mujer debería romper o no con todos esos tabúes que rigen su sexualidad en la sociedad, pero... ¿Y el hombre? A pesar de considerar la posibilidad de que la mujer se oponga a esta represión, su comportamiento se definiría dentro del “Libertinaje” o “Promiscuidad”, consideramos la sexualidad como una cuestión moral cuando se trata de la mujer, y esto es parte de la visión objeto que se tiene de ésta en la sociedad. La sociedad es quien obliga a las mujeres a reprimirse y cuidarse más que los hombres; entonces tenemos dos posiciones: 1) mujeres y hombres reprimidos y, 2) Considerados con desgracia en la sociedad, aquellos hombres y mujeres cuya sexualidad tiende a ser muy instintiva y, por lo tanto, rozan o caen en la impulsividad y promiscuidad.
¿Qué
es el sexo? –El concepto de sexo siempre será distinto para cada momento, cada
contexto, incluso la forma de comprenderlo; la juventud de hoy en día ha ido
evolucionando y todos los cambios sociales nos han afectado *tengo 21, me
incluyo* desde mi experiencia, los menores de 15 años tienen sexo por
oportunidad presentada, pero en realidad no están conscientes de cuál es la
responsabilidad que implica una vida sexual activa. Por otra parte, están aquellos
casos en los que se toman el sexo con “responsabilidad” y aquellos que deciden
esperar al matrimonio, de acuerdo con los valores morales que tengan. El
impulso sexual constituye uno de los instintos más primitivos del ser humano,
en conjunto con la agresividad, si esta sexualidad no estuviera reprimido por
alguna clase de valor social como la religión, la cual dice, ordena y controla la forma en que se debe expresar. Recordemos que hablamos de
contextos, pero aun así podemos ver elementos en comunes, por ejemplo en
algunas sociedades no se permite el sexo entre hermanos, se sanciona la
infidelidad, la pedofilia no es aceptada, etc. Pero aun así la moralidad católica, la mayor
en las religiones, no permiten el sexo
porque va en contra de los valores morales de tal religión.
Lo ideal y lo más sano desde el
punto de vista psicológico seria la comunicación, respetar los ideales sexuales de cada persona, y si hablamos de parejas, expresar la decisión de cuándo y
porque tener relaciones sexuales, ya sea por amor, acto de placer, satisfacción,
un rapidito, un “te veo y no te saludo” o en el momento que quieran pre o post
matrimonio.
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